
Acontecimientos como éste provocan ver hacia atrás y recordar el camino recorrido. Al hacerlo, y revivir tantas experiencias de aprendizaje y crecimiento personal, tomamos conciencia de que el verdadero motivo de nuestra satisfacción no es el diploma que ahora recibimos, sino lo que estos años de estudios universitarios han forjado en nosotros: los conocimientos, el análisis crítico y la capacidad de ofrecer a los problemas soluciones creativas. De ahí que no es la obtención de un título lo que celebramos, sino el habernos convertido en seres humanos más plenos. Esta mayor plenitud no viene dada simplemente por los conocimientos y habilidades adquiridos; somos seres humanos más plenos en la medida que la formación que hemos recibido nos ha dotado de las herramientas para transformar la realidad que nos circunda y que día a día nos interpela con el sufrimiento de los más pobres, la desigualdad y la violencia. De ahí que nuestra formación, por sí sola, es vana si no es puesta al servicio de la grave responsabilidad que de ella emana: la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
No hemos estudiado por el mero afán de erudición. La elección de nuestra carrera en el área humanística manifiesta una especial vocación de servicio; y haber elegido a la UCA para cursarla, refleja además nuestro compromiso con la liberación de los oprimidos y el cambio social; objetivos que persigue la universidad en razón de su inspiración cristiana. Es esta fe cristiana la que nos exige abordar la realidad con esperanza, sencillez, pasión por la justicia, búsqueda incesante de la verdad y entrega generosa de uno mismo. En esta vivencia nos precedieron nuestros mártires, con sus aportes a la Psicología, a la Teología, a la defensa de los derechos humanos y al mayor desarrollo de nuestro pueblo. Su legado nos exhorta a ejercer nuestra profesión con valentía e integridad, lo cual implica no sólo resistir fieles a nuestros principios ante las presiones de poderes oscuros, sino también la tenacidad de mantener día a día la excelencia en todo lo que hacemos.
El logro que hoy alcanzamos no sería realidad sin las personas que nos han dado su apoyo y acompañamiento. Por ello, en nombre de todos nosotros, deseo agradecer a aquellos que unieron su esfuerzo al nuestro colaborando económicamente para costear nuestra educación; a quienes con cariños y cuidados, haciendo tareas tan sencillas como vitales, nos facilitaron cada día el salir a estudiar. Agradecemos a nuestros profesores, que poniendo nuestra voluntad y capacidades al límite, nos mostraron el potencial que llevamos dentro. Y a quienes nos animaron a seguir adelante con palabras de aliento, regaños u oraciones. Pero especialmente agradecemos el voto de confianza depositado en nosotros, el cual retribuimos con la consecución de este grado y con la promesa de iluminar, con los saberes adquiridos, la realidad en el campo de acción que nos corresponde.
Compañeras, compañeros, quedamos hoy investidos como licenciados en Teología, Psicología y Ciencias Jurídicas. Y si bien el futuro nos depara grandes desafíos, sabemos que con temple, confianza en nosotros mismos y animados por nobles ideales podremos hacerles frente y aprovechar la adversidad como insumo para nuestro desarrollo personal y profesional. Que nuestra búsqueda del saber sea incansable, como incansable debe ser también nuestro trabajo a favor del bien común, la justicia y la paz.
A todos, muchas felicitaciones y que gocemos de abundantes éxitos.
Claudia Mercedes Ortiz